Rafael Nahuel

Rafael Nahuel

Santiago

Santiago

domingo, 5 de julio de 2009

Gripe A

Estado de abandono

Tras el ruido de fondo mediático –tan cercano al estruendo circense– y las sonrisas de afiche, los últimos sucesos en relación a la salud pública amenazada por la gripe A H1N1, dejan traslucir lo cotidiano de la desidia oficial y el abandono endémico a que son sometidas millones de personas en nuestro país.
Especialmente, como en el caso de la gripe, cuando el contagio de una enfermedad se relaciona con las condiciones mínimas de higiene, se deja ver lo precario del andamiaje que sostiene al conjunto de instituciones, prácticas y discursos que llamamos “Sistema de Salud”.
La cultura en materia de salud en nuestro país, es una cultura del abandono. El desguace del hospital público perpetrado en la década del 90, la lógica de mercado de la industria farmacéutica, unidos a la precarización de todos los aspectos de la vida social, prefiguran este presente de abandono que amenaza con destruir todo rastro de solidaridad y camaradería, en pos de un suicida “sálvese quien pueda”.
Y, como en todo el mundo, los que pueden salvarse son los estratos más acomodados de la sociedad; los que se atienden en prepagas -que igual los viven- pero que todavía no padecen como el resto, los des-acomodados, los que se cuentan en todas las cuentas al margen.
Si bien las contradicciones de nuestra estructura social cruzan todos los aspectos de la vida y todos los estratos sociales, es en el margen donde estas contradicciones desequilibran la balanza entre la vida y la muerte a favor de esta última.
Las condiciones de carestía y exclusión se cobran la vida de miles de nuestros pibes todos los años en forma silenciosa. Pero la censura se fractura cuando, como ahora, se hacen visibles las condiciones reales en materia de higiene y salud, fruto por un lado, de decisiones políticas y, por otro, de prácticas de riesgo ancladas en nuestra población, que aparecen disimuladas bajo el formato de la costumbre.
La pandemia del hambre y la emergencia humana que supone la marginación y exclusión, no parecen tener la fuerza suficiente para instalar un debate al seno de la sociedad que interpele esta realidad para transformarla. Las reacciones espasmódicas del gobierno se dirigen más a tranquilizar a nuestras asustadizas clases medias que a atacar los problemas de fondo. Ya que, atacar los problemas de fondo, implica poner en cuestión los cimientos mismos del sistema capitalista que este mismo gobierno defiende y justifica.
En las escuelas, el abismo entre los mensajes oficiales y la realidad, es cada vez más profundo. Lo correcto y básico de lavarse las manos periódicamente se mezcla, sin solución de continuidad, con la merienda reforzada del sándwich que se come en el aula y con las manos. Se mezcla también con la falta de jabón y agua caliente y agua, en los baños. Se mezcla con las puertas que no cierran y las estufas que no andan. También con las escuelas en obra y las aulas superpobladas.
Las trabajadoras y trabajadores docentes, arrojadas a su suerte por gobiernos y sindicatos, y arrinconadas en su rol técnico administrativo, hace tiempo que no cuentan con instancias colectivas de debate y decisión que den cuenta de la realidad escolar y que permita reaccionar ante situaciones como la presente. Los emergentes comunes son el ausentismo y la resignación; dos lugares individuales que no sólo no solucionan el problema, sino que dificulta su lectura y complica las posibles vías de resolución.
Lo hermoso del trabajo docente, ese encuentro con el otro, con el saber recién nacido, con la creación; es combatido por el sistema educativo de múltiples formas. Apartadas las y los docentes de su papel como agentes intelectuales, les es negada toda forma de transformación y autotransformación como sujetos del fenómeno de enseñanza aprendizaje y son arrojados al mero transmitir que, incluso, hace tiempo, no funciona ya.
La emergencia sanitaria hace emerger lo real de la pobreza y la exclusión, que no es otra cosa que lo previo a la desaparición social y física. Hace emerger al abandono como marca y como forma de vida. El abandono como estado.
Revertir esto significa repensar las formas de solidaridad. Proponer nuevos lazos sociales, nuevos valores colectivos, donde las necesidades de las mayorías determinen las políticas públicas en materia de salud, educación, trabajo, seguridad. Significa pensar y pensarnos con nuestros alumnos y sus familias.

La amenaza de hoy es la gripe A; la eterna es la pobreza. Pensemos, luchemos.

sábado, 4 de julio de 2009

Golpe

En la madrugada del 28 de julio último el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue secuestrado en su domicilio y llevado fuera del país. En el golpe participaron los altos mandos militares que habían sido destituidos por Zelaya, el poder judicial y el poder legislativo. Estos últimos de tradición reaccionaria y ligados a los poderes más concentrados de la economía hondureña.

La derecha latinoamericana justificó el golpe argumentando un peligroso "tinte izquierdista" del gobierno de Zelaya; y el necesario reencausamiento del país atendido, ahora, por sus legítimos dueños. Este ensayo, de acción y justificación, es la reacción a la conformación de gobiernos de ruptura con el neoliberalismo y al ascenso de los pueblos latinoamericanos en la construcción de alternativas emancipatorias.
Desde Resistencia Colectiva repudiamos el golpe, nos solidarizamos con el pueblo de Honduras y nos pronunciamos por el total respeto a la voluntad popular de todas y todos los hondureños.

Elecciones SUTEBA 2009

Resultado de las elecciones del SUTEBA seccional San Martín/3 de Febrero:

Lista CELESTE-GRIS: 624 votos
Lista ROSA-AZUL-MARRÓN-PÚRPURA-ROJO: 393 votos
Lista VIOLETA-BORDÓ-NARANJA-LILA: 230 Votos
En blanco: 16 votos

La Burocracia Celeste retiene el sindicato que dirije por más de 20 años y, con la última modificación del estatuto, lo hará por cuatro años más.

Reflexión

GANAR una reflexión colectiva


Lo que sigue forma parte de reflexiones aún en curso, en torno a la participación de nuestra agrupación Resistencia Colectiva, en las futuras elecciones de SUTEBA. Este material es tanto una forma de pensarnos como también una manera de abrirnos al conjunto de la docencia y pensar juntos nuestra realidad, deseos y posibilidades.


Elecciones

Los procesos eleccionarios suelen ser momentos en los que las organizaciones políticas dejan traslucir: lógicas de militancia y construcción, formas de organización, objetivos, métodos. De esta emergencia es posible identificar caminos, líneas de acción. Simplificando mucho la cuestión podemos pensar en dos grandes concepciones: por un lado, si creemos que ganar las elecciones es el primer y más importante paso para la construcción de una alternativa, intentaremos formar frentes con ese primer objetivo. Todo debate más general queda desdibujado, subsumido o directamente desechado. Todas las organizaciones que participan de un frente con esas características se unen con el objetivo común de ganar. De derrotar a la burocracia como primer paso en la construcción de un sindicato alternativo al servicio de las mayorías docentes.
Por otro lado, para los que no pensamos que ganar una elección es el primer paso, la cosa cambia. El proceso eleccionario en su conjunto se vuelve parte –ni el todo, ni lo primero– de una construcción más amplia, más abarcadora también. Se vuelve parte de una construcción que entiende que ganar un sindicato es importante, muy importante, pero no imprescindible. Que no hay que ganarlo de cualquier manera y a cualquier precio.
No es el todo porque la escuela, los pibes, las docentes, exceden en mucho a una elección, a un sindicato. No es el primer paso porque la política no se hace desde arriba, desde los dirigentes, desde la vanguardia. Se hace desde abajo, desde los debates más chiquitos, los que parecen intrascendentes. Se hace desde las prácticas cotidianas, las pequeñas decisiones.
Los que formamos pate de Resistencia Colectiva creemos que esto puede ser cambiado. Que podemos participar de las elecciones con otro perfil, con otro objetivo que el simple ganar. Pero lejos de imponer lo que consideramos virtuoso, proponemos el más amplio, sincero y fraternal debate, desterrando todo sectarismo.
Abrirnos a distintas formas de pensar y hacer política supone estar dispuestos a defender posiciones, métodos; pero también a modificar posturas si en la dinámica del debate se demuestran equivocadas o contraproducentes a los fines propuestos. Implica también la necesidad de hacernos de herramientas teórico-discursivas que nos permitan participar tanto de las discusiones con otras agrupaciones, como así también para generar y sostener espacios de debate y construcción al interior de las escuelas.

Sindicato

Los sindicatos son organizaciones de las masas. Y, como tales, no se organizan como lo hace un partido o una agrupación. Los sindicatos son de todas las y los trabajadores del gremio, en toda su multiplicidad. De aquí que reclamar para el sindicato la independencia del Estado, gobierno, lobby patronal y todo partido político, no sea una formulación para la relación con el afuera; sino una posición política que cala profundo en la dinámica del gremio porque hace al núcleo de la propuesta para una democracia sindical real, no subsidiaria de necesidades y proyectos sectoriales.
En este sentido, los que formamos partes de Resistencia Colectiva, entendemos que la tarea general de un sindicato es crear las condiciones para que la base construya herramientas de participación y lucha, en la forma más democrática y pluralista posible, desenvolviendo una práctica y conciencia de clase, para enfrentar las políticas del capital y sus funcionales burocracias.
La tarea es muy compleja ya que la burocracia no sólo se ha instalado en las direcciones de casi todos los sindicatos de nuestro país, sino, lo que es aún peor, ha logrado instalar un discurso y una lógica que naturaliza su funcionamiento, ocultando su complicidad, y restringiendo al máximo la posibilidad de cambio.
Cambio que se presenta cada vez más necesario dado la inminencia de una de las crisis más agudas de los últimos 60 años, y que amenaza principalmente a todas las y los trabajadores del globo.
Pero hay grietas. La dinámica humana nos ha mostrado que la historia no terminó. Que es posible pelearle al mundo un lugar. Es posible pensar un futuro para todas y todos.

Unidad

La palabra “unidad” puede ser entendida en múltiples formas. Con respecto a las alianzas electorales de oposición -conformación de lista unitaria- la unidad aparece, por lo general, como la única forma de derrotar al oficialismo y recuperar el sindicato para las trabajadoras y trabajadores. Pero esta naturalización debe ser mediada por un debate más profundo. Tomada así, la unidad aparece como un axioma, un principio que, como tal, no puede ser discutido sin atentar contra él; al menos en su carácter de principio.
Pero para nosotros, los que entendemos que las mujeres y los hombres nos vamos construyendo sobre la marcha, que la historia resulta de del ir y venir, de saltos y continuidades, de construcciones dinámicas: la unidad no es un axioma. La unidad para nosotros es un proceso y un camino. Partimos de la diversidad como situación de los grupos humanos. La unidad como construcción es fruto del debate de ideas y posiciones políticas. Pero fundamentalmente es fruto de una práctica común, de las coincidencias políticas y metodológicas devenidas de un pensar nuestra práctica concreta.
Esta unidad como proceso, entonces, no puede ser impuesta. Tampoco puede ser patrimonio de pocos.
Por lo dicho anteriormente creemos que la unidad para pelear la dirección de un sindicato no puede ser el resultado de un acuerdo entre agrupaciones. Si el objetivo, además de ganar, es transformar el sindicato, la unidad tiene que ser real. Y para ser real tiene que darse tanto en los ámbitos políticos y metodológicos, como en la práctica concreta.

Ganar

Ganar no es reemplazar al oficialismo celeste por otro color. Si el objetivo final es transformar la dinámica general del sistema educativo, no podemos quedarnos en un enroque cromático. Ganar es transformar el sindicato; es devolverlo a sus trabajadoras y trabajadores para constituirlo en herramienta de construcción, participación y lucha. Ganar es democratizar. Es derribar las barreras que separan a la dinámica sindical de la más general de la escuela. Ganar un sindicato es siempre potestad de las trabajadoras y trabajadores de la educación y no de una agrupación. Tampoco de todas las agrupaciones juntas.
Ganar es construir las condiciones de posibilidad de una apropiación real de la política por parte del colectivo. Es ligar los procesos escolares con los procesos políticos más generales a nivel nacional e internacional. Ganar un sindicato es mancomunar a la docencia con el resto de la comunidad educativa, en un proyecto común de liberación de las clases oprimidas que oponga al destino de exclusión y marginación, un mundo para todas y todos.
Esta lucha es más general, toma en cuenta muchos y múltiples factores que hacen a la vida escolar. Se pronuncia por el derecho a la educación como el derecho de los pueblos a ser motores de su cultura; una cultura y un conocimiento liberadores de las relaciones de explotación a que nos somete la dinámica capitalista. Un saber anclado profundamente en las condiciones reales de lucha y organización, pero también en los deseos desenvueltos en las cotidianas luchas que nos tienen como protagonistas a las y los trabajadores, a las y los explotados y marginados.

Ganar es luchar y construir en una simbiosis imposible de desentramar.


Agrupación Docente Resistencia Colectiva

Paro de CTA

Paro de CTA
27 de Mayo